Cuando terminó la “Guerra Fría Capitalismo –Comunismo” con el derrumbe
del Muro de Berlín 1989 y posterior autodisolución de la Unión Soviética (por
causa interna y no vencida por un poder externo); después de ese jamás
imaginado acontecimiento mundial; sociólogos y analistas políticos, vaticinaron
que ahora –después de aquello- las ideologías políticas revolucionarias se
centrarían en las religiones y los indígenas.
Pero a esas
alturas la izquierda marxista ya había alcanzado suficiente poder para asumir
cargos decisivos en la ONU, desde donde influiría y dirigiría decisiones sobre
las naciones en sus asuntos internos como autoridades internacionales. Así, la
OIT-19, Organización Internacional del Trabajo, precisamente en el año 1989,
alcanzó a incorporar un principio jurídico de alcance internacional: “el derecho de libre determinación de los
pueblos”, asociado al cual –entre otros- justificaría la idea de: “reconocimiento constitucional del pueblo mapuche; el que, por alguna razón
Constitucional del Estado y/o la situación organizacional mapuche, todavía
sigue inviable desde el 2003. Porque, al parecer, aquella eventual
“determinación” implica evidentemente una conceptual contradicción
jurídico-política como sería una: “autonomía
sectorial dependiente”. Luego, lo correcto es una “integración social
democrática” plenamente posible en Chile, más aún avalada por la ley 19.253,
incluso, sin necesidad de cambio Constitucional alguno.
Por eso, un
hijo de los discriminados afroamericanos: Baruc
Obama, con palpitante emoción pudo exclamar: “¡Esto es lo que puede hacer la democracia!”, al iniciar su
discurso de rigor en el momento solemne de asumir como: Presidente de los Estados Unidos. También Nelson Mandela, otro hijo de África, ex terrorista comunista preso
por 27 años, pero dada la caída del Muro; renunció a su errada resistencia al
Estado de Derecho y, asesorado por un Obispo Anglicano de su pueblo, pudo
asimismo convencer a sus seguidores y terminó como Presidente del Estado de Derecho de la actual Nación Sudafricana. ¿Qué
pasaría si se mantiene la auténtica democracia liberal y Constitucional
Chilena, y en el futuro eligiera a un mapuche como Presidente de Chile? Nada de
extraño, porque hace tiempo (1867) que México ya tuvo su Presidente Indígena
con Benito Juárez. Sólo significaría que la democracia es un poder
jurídico-político civilizado que sirve realmente a todos los sectores
ciudadanos, sin exclusión; como ha ocurrido y ocurre en el mundo moderno.
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