El referente cronológico siglo XXI
d. C. propio de la civilización occidental, enseña que la política es una potencia
sociológica gestora del bien común, siempre y cuando aquella esté regulada
por una filosofía y una religión funcionales a la finalidad del bien común. Es
lo que demuestra la Segunda Guerra Mundial donde la política –sin regulación-
se extravió hacia millones de crímenes de lesa humanidad con una filosofía
esclavista y una religión de signo contrario, atea o nazi-comunista.
Históricamente esa filosofía, política y
religión, fue vencida, juzgada y condenada por el poder militar,
principalmente de dos naciones –Inglaterra y EE. UU.- basadas en sus
respectivas filosofías libertarias,
políticas democráticas y religión bíblica protestante. La Declaración Universal de los Derechos Humanos de
1948 –posterior a la referida condenación de 1945- tiene su origen en la
condición racional y moral de esas fuerzas militares vencedoras.
Sugestivamente, el modelo
sociológico operativo de la mencionada tríada, corresponde a la misión
apostólica dada por Cristo a San Pablo (siglo I), que dice: “para llevar mi Nombre en presencia de los
gentiles (filósofos griegos), y de
reyes (política, derecho romano) y de
los hijos de Israel (religión escritural)”.
Esto, según la Biblia: Hechos 9:15; 17:24-26; 25:27; 13:15-39. ¿No es
esta tríada el trasfondo histórico-cultural vigente de la presente civilización?
¿Está pensado de que gracias al Nombre de Jesucristo, esta civilización es lo
que es: Navidad, Año Nuevo, Semana Santa
entre otros fastos de la historia occidental?
Entonces, el problema mapuche no es
esencialmente político, sino filosófico y religioso en tanto grupo humano
chileno existencialmente situado entre: su
origen, conciencia, destino; o justicia,
ley, derecho; o estado, indígena, sociedad; por último,
niveles propios de organización
cívico-educativa, administración de
bienes y servicios para todos y preservación
de la vida humana (Hch.6:1-7). Al respecto y como ciudadanos chilenos, ¿Estamos
ante una situación clara u oscura, un proceso humano-social definido o confuso?
¿Seguiremos girando en redondo, hasta cuándo?