domingo, 23 de noviembre de 2008

SÁBADO Y DOMINGO: CONTINUIDAD HISTORICA Y UNIDAD DOCTRINAL DE LA BIBLIA.

Prof. Sergio Liempi Marín – Director Radio PELOM 102.1 FM. PLC., 11.11.08.-



ESQUEMA DE LA VIGENCIA Y VALIDEZ DIVINA DEL
DIA SABADO DE LA CREACION EN EL ANTIGUO TESTAMENTO

ESQUEMA DE LA VIGENCIA Y VALIDEZ DIVINA DEL
DIA DOMINGO DE LA SALVACION EN EL NUEVO TESTAMENTO




Principio Básico: La revelación bíblica constituye el admirable proceso de continuidad histórica y unidad doctrinal, en términos de Verdad Absoluta, iniciada por Dios en el Antiguo Testamento y perfeccionada por Dios en el Nuevo Testamento.



Es indudable que el énfasis del Sábado en la lectura de la Biblia y en la predicación del Evangelio, han venido a perturbar y confundir precisamente tanto la lectura de la Biblia como Libro de fácil comprensión y la predicación del Evangelio como una verdad de sencilla proclamación, destinado éste a todos los pueblos, naciones y lenguas.Al respecto señalamos dos cosas: Primero, el cargo gratuito de los sabatistas de que el día Domingo es una equivocación histórico-doctrinal de la presente civilización; segundo, de que la Biblia sostiene sin variaciones el día Sábado como verdad perpetua desde el Génesis al Apocalipsis.

1.- El énfasis del Sábado como eje de la real obediencia a los Diez Mandamientos de Dios, y el gratuito cargo de que el Domingo es una equivocación histórico-doctrinal de la Cultura Occidental; tal cosa, no es más que una forma arbitraria y caprichosa de reconstrucción e interpretación de la experiencia histórica y social de occidente, situándose ellos a sí mismos como árbitros competentes sobre la materia, aunque sólo desde el siglo XIX hacia atrás, hacia el pasado. Este intento de absurda reconstrucción de hechos históricos positivos ya consumados, es realizado hoy por un grupo sectario reciente cuyos adherentes o seguidores no tuvieron en estos hechos positivos participación alguna, no fueron protagonistas visibles, no fueron actores decisivos. Y no podían serlo, porque ellos –como sabatistas- no contribuyeron en nada, no estuvieron presentes con ideas creativas, durante el período en que se configuró el desarrollo religioso, filosófico, jurídico, político, pedagógico, artístico y literario de la historia de Europa, desde el siglo I hasta el siglo XIX. Siglo éste cuando recién aparecen ellos en Estados Unidos como una secta adventista –que fijaron fecha para el regreso de Cristo- liderada primero por el Pastor Guillermo Miller y después por Helena de Wihte. Es más. Estos líderes eran originalmente miembros de Iglesias Evangélicas como la Metodista y otras, de las cuales se separaron.

Para mayor comprensión, tenemos que decir que los grandes reformadores bíblico-evangélicos como Lutero y Calvino, no fueron Sabatistas. Tampoco lo fue el gran Humanista Erasmo de Rotterdam, menos nuestros grandes filósofos como Emanuel Kant, los grandes pedagogos como Juan Amós Comenio Pastor y Profesor, o Enrique Pestalozzi. Tampoco fueron sabatistas los grandes juristas como Hugo Grocio, menos todavía los padres Peregrinos fundadores de los Estados Unidos de América. No fueron Sabatistas los grandes políticos formuladores del Estado de Derecho, que hoy bendice a las naciones libres; no fueron Sabatistas, los Enciclopedistas franceses del siglo XIX con su Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano; no fueron sabatistas los grandes científicos ingleses como Isaac Newton. Tampoco fueron Sabatistas los grandes creadores de la Radio, del Telégrafo, del sistema Morse, ni de los actuales medios modernos de comunicación.

¿Por qué no aparecen los sabatistas en estos períodos históricos tan productivos de la dinámica constructiva y creativa que dio origen a la civilización moderna? Por una sola razón: porque los sabatistas todavía no existían organizadamente como hoy, no había noticia de ellos. Y si los hubieran habido, fueron sociológica y creativamente insignificantes. Muy lejos ellos de llegar a ser los protagonistas y actores decisivos en lo que el Apóstol Pablo dice de los buenos resultados culturales y sociales del Evangelio, en Ef.2:7: “Para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús”. Ellos no sirvieron, históricamente, a ese fin profético de los efectos bienechores del Evangelio de Cristo en las naciones donde con el tiempo llegaría, como llegó y se estableció en las naciones europeas. Pero ellos, los sabatistas, no aparecen en la historia europea antes del siglo XIX. Eso sí, han tejido y tendido con el Sábado una red de sofismas, desde aquel punto histórico de su reciente aparición, hacia los siglos del pasado de la cultura occidental en la que estamos inmersos, y donde ellos real y efectivamente no tuvieron nada que ver durante todo ese tiempo; 19 siglos precisamente.


¿Qué es un sofisma? Se cuenta que cierto hombre ocioso quiso divertirse con la credulidad y curiosidad de la gente. Entonces inventó una mentira y salió de la playa contándole a toda la gente que encontraba, que había llegado una ballena a la playa. Y mientras avanzaba comunicando su traviesa mentira, de repente se dio cuenta que mucha gente iba corriendo a la playa. Preguntó a dónde iban. Todos les decían que iban a la playa a ver una ballena. Al final él mismo se enredó en su propia mentira, y dijo: ¿No será cierto?. Y también partió corriendo junto a los demás a ver la ballena que había llegado a la playa; que por cierto, no estaba; porque había sido un puro invento de él para divertirse con la credulidad y curiosidad de la gente.

Así pues, el Sábado ha sido como un sofisma de Helena Wihte que dura hasta hoy, y aunque muchos están evolucionando más hacia el Evangelio de Cristo y alejándose del Sábado, la inmensa mayoría ya no puede echar pie atrás. Tienen que seguir con la carga que les impuso Helena de Wihte. Lo único bueno de ellos, en este contexto, es que dicen que ellos no son Evangélicos, que no pertenecen al fecundo protestantismo del siglo XVI, forjador del mundo moderno. Eso es cierto y eso es bueno que se diga y se sepa. Porque de otro modo, sus Iglesias se van a seguir llenando con puras personas de Iglesias Evangélicas, débiles en la fe, que piensan en su simpleza de que la verdad está en el Sabatismo y el Adventismo.
Supongamos que con todos los medios poderosos de prensa, radio y TV, con sus Escuelas y Universidades, que poseen y controlan; al final los Sabatistas, lograran cambiar el Calendario que nos rige, y en vez de tener como feriado el día Domingo -el día del Señor- aparezca el Sábado. Si así fuera, ¿Vamos a tener por eso un cambio real en las personas? ¿Vamos a tener asegurado un mundo mejor? Entonces, ¿qué sacaríamos, qué ganaríamos con eso? ¿Qué dice el Nuevo Testamento, el Nuevo Trato, el Nuevo Pacto entre Dios y los hombres? Dice Hch. 5:42 “Y todos los días, en el templo y por las casas, no cesaban de enseñar y predicar a Jesucristo.” No dice que predicaban con fervor y constantemente el Sábado como centro de los Diez Mandamientos. Dice que enseñaban y predicaban a Jesucristo. ¿Qué es lo central del Antiguo Testamento? Jesucristo, Lc.24:44. ¿Qué es lo central en el NT.? Jesucristo, Gá.6:15.


Ahora bien, cuando sostenemos el principio del Sábado de la creación del AT. y el Domingo de la salvación del NT., no estamos diciendo que haya en ello contradicción, oposición, antagonismo o superación doctrinal, sino sencillamente que hay continuidad histórica hacia la unidad de la verdad última revelada en la Biblia; estamos diciendo que hay desarrollo del conocimiento revelado, progreso, avance desde los tiempos de Abraham, hacia el punto histórico y geográfico de perfección del Plan de Redención de Dios que tan sólo podía cumplirse, como se cumplió plena y definitivamente, en la Persona y Obra de Cristo el Señor, nacido en Belén de Judea, Crucificado en el Monte Calvario y Resucitado al tercer día. Es eso lo que sintetiza San Pablo en Gá.3:8: “Y la Escritura previendo que Dios había de justificar por la fe a los gentiles (todos los no judíos), dio de antemano la buena nueva a Abraham, diciendo: En ti serán benditas todas las naciones.” Y conforme a Gn. 22:18, aclara que la promesa de la bendición radica en Cristo y no en Israel (vr.16), ya que si ésta radicara en este pueblo, con todo derecho los demás pueblos rechazarían lo que no sería nada más que la religión procedente de un nacionalismo colonialista. Es más. El Apóstol expone esto -la llegada del Evangelio por línea histórica- lo expone, repito, entre los griegos, fuera de las fronteras de Israel. Por cierto, este no es un pasaje aislado, una idea aislada, acerca de la universalidad del Evangelio, antes bien es el tema central y propio de todo el Nuevo Testamento.
Supongamos, además, que sea cierto el sueño de Helena de Wihte acerca de la luminosidad en que habría visto el cuarto mandamiento referido al Sábado. Y supongamos lo mismo, que sea verdad revelada lo del Mormonismo, que sea verdad lo de Los Testigos de Jehová y otras, en cuanto son iguales sectas contemporáneas en los Estados Unidos, surgidas a mediados del siglo XIX. Entonces, estaríamos frente a un grave problema filosófico de politeismo en que distintos dioses revelarían a ciertos mortales verdades distintas. Tan distintas como son estas sectas entre sí.

Pero vengamos a la Biblia.


2.- La falacia de que la Biblia sostiene sin variaciones el día Sábado como verdad perpetua desde el Génesis al Apocalipsis.
- Es cierto que el judaísmo del AT. enfatiza el Sábado con la finalidad expresa y categórica de internalizar en la fe del pueblo de Israel, el grande y maravilloso hecho de la creación como Verdad Absoluta revelada por Dios. Aparece en el cuarto mandamiento y constituye la razón social organizativa de la primera institución de la naciente Nación de Israel (Ex.20).

- También es cierto que a partir de esta Verdad Absoluta revelada por Dios, que consagra y hace a Israel depositaria de ella; por tanto, este pueblo recibe la misión regia de enseñarla a todos los pueblos antiguos; los que, en su mayoría eran panteístas e idólatras por falta de ese conocimiento revelado. En ese sentido Israel debía ser “Luz de las naciones” (Is.49:6).

- Es igualmente cierto que el sentido de los grandes milagros del Antiguo Testamento, en medio de grandes imperios de la antigüedad, tenían como fin establecer la solemne Verdad de la Existencia del Creador de todas las cosas que protegía, favorecía e instruía a su pueblo “escogido” (Is.49:7). Por ejemplo, el paso de Israel por el Mar Rojo en seco y la muerte del ejército de faraónque lo perseguía, estremeció al gran Imperio Egipcio. La caída de los Muros de Jericó, que sembró el pánico entre las demás naciones, ante el Dios Único de Israel que peleaba por ellos. La salvación de los tres jóvenes hebreos del horno de fuego, que dio lugar al decreto de Nabucodonosor para que todos los pueblos, naciones y tribus adoren y teman sólo al Dios de Israel; o la salvación del foso de los leones de Daniel, que dio lugar para igual decreto del Rey Darío sobre el gran Imperio Medo-Persa, etc.

- Pero también es cierto que el cristianismo del NT., no consagra explícitamente el Sábado en ninguna parte, porque en el Nuevo Testamento está presente el mismo Creador de todo cuanto existe y que viene a este mundo Suyo como el Salvador de todos cuantos crean en El (Jn.1:1-14). Nadie que crea en Cristo deja de creer en la Creación. Mejor dicho, creer en Cristo como Salvador es creer también que El es Dios, Creador del mundo. Así, no puede haber antagonismo o contradicción entre la fe en Cristo el Salvador, que la Iglesia Apostólica celebró el Domingo, primer día de la semana; con la fe en Cristo el Creador, que el judaísmo celebró el Sábado, séptimo día de la semana. Entonces, Sábado y Domingo tienen un mismo origen: Dios; tienen una misma finalidad: el Sábado como institución de los judíos, para recordar la Creación Material; el Domingo como institución de los cristianos, para recordar la Creación Espiritual (2 Cor.5:17; Gá.6:15; Ef.2:10).


- Además, es muy claramente cierto, atestiguado por los Cuatro Evangelios, lo siguiente:
a) Que el Señor Jesucristo Resucitó Glorificado, absorbido por el Poder de la Vida Eterna, el día Domingo (Mt.28:1; Mr.16:2; Lc.24:1; Jn.20:1).
b) Que El se apareció a los discípulos que estaban reunidos, por miedo de los judíos, el Día Domingo (Jn.20:19); repitiéndose lo mismo “Ocho días después”, esto es, el primero de la semana (vr.26).
c) Que fue ese mismo primer Día de la Semana, cuando Jesús el Señor se apareció a los discípulos de Emaús (Lc.24:21).


- Es igualmente cierto, pero que los Sabatistas no quieren entender ni obedecer, el hecho de que en el Primer y Único Concilio de la Iglesia Primitiva, del tiempo apostólico, se discutió directa y ampliamente entre Apóstoles, ancianos y delegados de distintas Iglesias Locales, los puntos centrales de diferencia entre Judaismo y Cristianismo. El tema era que los cristianos judíos persistían en enseñar a los no judíos, a los gentiles, diciendo: “Si no os circuncidáis conforme al rito de Moisés, no podéis ser salvos”. Después de mucha discusión, salió el Decreto de Jerusalén bajo el principio de “no imponeros ninguna carga más que estas cosas necesarias: que os abstengáis de lo sacrificado a los ídolos, de sangre, de ahogado y de fornicación; de las cuales cosas si os guardareis, bien haréis. Pasadlo bien” (Hechos 15:28,29). Nótese que aquí no hay ninguna referencia al Sábado como ordenanza a cumplir por las Iglesias Locales, sea entre judíos o gentiles. Esto es así porque las Iglesias Locales del Nuevo Testamento, en tanto Iglesias Cristianas, no tenían problema alguno en cuanto al Día de Celebración del Culto al Señor. Todas se reunían el primer Día de la Semana, es decir, el día Domingo, Día de la Resurrección del Señor: pues ese acontecimiento Sobrenatural era la causa y razón de la predicación apostólica, del arrepentimiento y conversión de los creyentes, de la constitución de las Iglesias Locales como entidades distintas de las Sinagogas de los Judíos; éstas, por supuesto, todas sabáticas.


- Y también es cierto:

a) Que San Pablo acostumbraba reunirse con los discípulos, el primer día de la semana (Hch.20:7).

b) Que San Pablo ordenó en las Iglesias de Galacia que se recogieran ofrendas “cada primer día de la semana”, precisamente porque ese era el Día en que se reunían los cristianos; en plena concordancia y con la misma motivación de celebración de la Resurrección del Señor Jesucristo como fue la costumbre de los Apóstoles reunirse ese Día;

c) Que “El día del Señor” de Apocalipsis 1:10, no puede ser otro que el Día Domingo de la Resurección del Señor Jesucristo, ya que desde ese asombroso y Sobrenatural acontecimiento, y debido a El y por El, toma sentido toda la revelación apocalíptica.





3.- El fanatismo Sabatista lleva al extremo de distorsionar los datos imparciales de la historia al pretender que el cambio del Sábado al Domingo fue decretado por el Emperador Romano Constantino.
a) Para ello pasa por alto, primero, los propios datos históricos fidedignos del Nuevo Testamento, tal como han sido anteriormente expuestos con toda claridad. Es sorprendente ver cómo le buscan las “cinco patas al gato” para tergiversar, distorsionar, y hacer que el pasaje no diga lo que real, natural y objetivamente dice.
b) Pasa por alto, después, la cuestión psicológica que antecede a todo hecho político importante en la historia. Supongamos que un Emperador le cambia el día Sábado de culto religioso por el día Domingo a un sector importante de su población como eran ya los cristianos, ¿Aceptaría con tanta tranquilidad un sabatista de ese tiempo, una medida política arbitraria y antojadiza de esa naturaleza? De los que estamos claros, es que un sabatista de hoy prefiere perder su trabajo antes que trabajar el día Sábado. Y si lo echan del trabajo, recurrirá a los Tribunales denunciando discriminación. Entonces, ¿Por qué nos quieren hacer creer que los sabatistas del tiempo de aquel Emperador aceptaron dócilmente, sin protesta alguna, tan violenta, absurda y antojadiza medida política; tanto que de ello no hay ningún dato, ninguna referencia histórica ante semejante política imperial de ese tiempo?